Subsuelo de Marcelo Luján
A nadie le importa dónde aparecen los muertos.
La historia de “Subsuelo” gira alrededor de dos hermanos, mellizos, y de un brutal accidente que sucede en el primer capítulo, y que te deja helado. A partir de ahí, sabes que no podrás dejar de leer. Marcelo Luján nos cuenta lo que sucede después: las relaciones de culpa, de dolor, de deuda, que se establecen entre los personajes. Las venganzas. Las mentiras. La imposible forma de vivir una vida asfixiante. La mezquindad, la sordidez, la maldad, lo más oscuro de las relaciones humanas. Todo está aquí. Incluso el destino del que es imposible escapar.
El drama y sus terribles consecuencias que empeorarían si aflorase un secreto sobre el accidente. Una vida de sumisión al chantaje para impedirlo. La semilla del odio que crece amenazando con desbordarse. Y lo hará, irremediablemente, porque la fuerza del odio puede con todo.
Y todo eso se traslada a una forma de escritura que constantemente anticipa, explora, advierte, de forma inquietante. Una escritura que, como simples lectores, nos permite apreciar el terror de la tragedia y las secuelas que enseña después. Lo que queda y lo que se ve y lo que se percibe o intuye.
Como si todo lo que va a pasar hubiera estado previamente escrito, como si no se pudiera elegir, como si la vida transcurriera ajena a la amenaza y a la muerte.
¿Qué ocurre cuando sobrevives? ¿Qué ocurre cuando pierdes a un ser querido? ¿Cómo te sientes cuando sabes que eres el culpable? ¿Cómo te aprovechas de esa culpabilidad? ¿Qué serías capaz de hacer por tus hijos? ¿Qué serías capaz de hacer si dieras rienda suelta a todos tus instintos, si te dejaras llevar? ¿Qué harías si sospecharas la mentira? ¿Cómo sobrevivirías?
No es una novela para todos los públicos: es durísima, pero está magníficamente escrita. A mí me ha inquietado, me ha emocionado y me ha removido. No os la perdáis.
Quién pudiera advertir el futuro.
Para ahorrárselo. Para desviarlo. Para regatearlo.
Para que no ocurran nunca las cosas que nadie quiere que ocurran nunca.
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