Reseña Un soplo de vida
Sentí la pulsación de la vena en mi cuello, sentí el pulso y el latir del corazón y de golpe reconocí que tenía un cuerpo. Por primera vez la materia surgió el alma. Era la primera vez que yo era una. Una y agradecida. Yo me poseía. El espíritu poseía el cuerpo, el cuerpo le palpitaba al espíritu. Como si estuviese fuera de mí, me miré y me vi. Era una mujer feliz. Tan rica que ya no me hacía falta vivir. Vivía gratis.
A simple vista parece una conversación entre dos personas pero solo una de ellas, el Autor, escucha a la otra, Ángela, a esta última la rodea el silencio y su propio eco en el medio de un espacio vacío. El Autor la crea a ella, que a su vez es escritora, y mientras descubre su propia voz comienza un diario.
Fluyen los pensamientos de los personajes. Dialogan con ellos mismos, están solos y a la vez acompañados. Funcionan como representaciones de Clarice, reflejos borrosos de sus últimos momentos de vida. En estas páginas hay agonía pero también un tema recurrente en la narrativa de la brasileña: hay libertad o una búsqueda implacable de ella. El juego con el lenguaje en esta obra se expande y el fuego creador que mueve a los personajes también.
Un soplo de vida promete una lectura interactiva donde pretende que lector entregue el mando de sí. Hay que dejarse llevar por estos pensamientos sobre la vida, la muerte, la locura, el dolor, la escritura y el cuerpo. El fluir de la conciencia abruma cuando se intenta dominarlo, no hay que hacerlo, permitirse guiar por un narrador desordenado, por microrelatos que emergen, por sensaciones, por descubrimientos, por pensamientos fugaces y otros recurrentes es una de las maravillas de la literatura ¿quién no quiere sumergirse en un mundo de palabras y en la mente de alguien brillante?
El lector compite en una carrera hacia el abismo y al llegar a él se detiene para observar el vacío, la nada expansiva. Quizás se experimente vértigo o se sea testigo de la verdadera belleza, ambos caminos prometen un viaje único.