Reflejos en un ojo dorado de Carson McCullers
«En sus ojos, que tenían una singular mezcla de tonos castaños y ambarinos, había una expresión muda que suele encontrarse en los ojos de los animales»
En un cuartel del ejército en el sur de Estados Unidos, conocemos a dos oficiales y a sus esposas. Los vínculos de estos personajes se encuentran entrelazados, forman una especie de cuadrado perfecto que de a poco se irá descascarando. A su vez, un nuevo soldado irrumpe en la vida de las parejas y destapa una faceta inexplorada por él y uno de los personajes principales: el deseo.
Las miradas develan lo que oculta cada uno de ellos y, mientras más se observan, más se retrotraen, dejando solo a la vista un reflejo de lo que realmente son.
Pero el cuartel no es el único espacio de la novela: el bosque también acecha y los personajes deberán decidir si permiten que el inconsciente los arrope, si dejan que el caballo desbocado los conduzca al verdadero camino o si continuarán luchando con el propio instinto, con la propia identidad.
McCullers describe cada detalle y nos deja ver todo lo que los protagonistas no pueden. Como voyeristas, nos inmiscuimos en su interioridad, accedemos a su pasado y destapamos secretos. También, nos pinta una realidad social propia de los años 40 en el país del norte: el racismo, la homofobia y la institución opresora.
Las mujeres de McCullers no tienen miedo, lejos de ser sumisas son o las que viven su sexualidad y deseo con libertad o las que logran atravesar la superficie de las cosas para descubrir lo profundo y lo real de los otros.
Reflejos en un ojo dorado es una narración colmada de símbolos que realzan la crítica social y que obliga a conversar sobre tópicos prohibidos, tabúes e incluso terribles, como es la escena de las tijeras de podar.
Este fue el primer libro que leí de Carson McCullers y que discutimos en mi club de lectura. Sin duda es una autora que quiero seguir descubriendo y que espero poderles contagiarles a ustedes también las ganas de leerla.