Larga distancia de Tali Goldman
¡Que rápido terminé este libro y cuantas ganas me dieron de volverlo a empezar! Debo decir que mis expectativas estaban muy altas (y fueron superadas) ya que había escuchado a Tali leer el primer cuento, el que le da nombre a la antología, y me había encantado. En este relato hay una conversación por teléfono entre una madre que está en Buenos Aires y una hija que se mudó a Israel hace varios años. La gente del templo, lo cotidiano que ha dejado de ser común y el lazo desmarañado que se niega a romperse atraviesa la historia entre el small talk y los llamados de atención que imploran ser escuchados.
Los cuentos de Tali te dan la posibilidad de elegir el camino irónico, hilarante o el triste y más ligado a lo dramático, quizás mi viaje por estos textos fue por este lado, inevitablemente.
La doctora Venturini, una ginecóloga que ayuda a mujeres judías ortodoxas a encontrar el disfrute, fue uno de los cuentos que más me conmovió de la antología, me alejé de lo humorístico que podían dar las primeras impresiones sexuales y automáticamente compadecí a la protagonista. Tampoco pude evitar pensar en Esty de Poco Ortodoxa, la serie de María Schrader, y creo que este combo literario y televisivo completó una imagen que hoy me parece digna de un cuento de terror.
Me siento particularmente atraída por los textos que exponen la soledad de personajes que se encuentran rodeados de gente. La tía Aida, ¿qué decir de ella sin estrujarme por dentro?, esos abrazos, esas caricias y esos dientes son imágenes que Goldman logra que te atraviesen, incluso cuando la incomodidad te quiere apartar los ojos, no se puede dejar de leer.
Las conversaciones que se ven en cuentos como Larga distancia y Waking distance me dieron piel de gallina, quizás por la posibilidad de que algún día sea yo la que hable con mi mamá desde otro país o con mi cuñado después de quedar viuda. Torta de naranja fue otros de los cuentos que me generaron un impacto inmediato, la conexión con la cocina, los vínculos que se construyen con pequeños gestos y lo circular que pretende nunca romper su ciclo.
Este es un primer libro que no parece ser el primero. La fluidez de los textos te llevan por un recorrido rápido y no por eso menos profundo. Sugiero intentar leerlo despacio, aunque vale la pena cualquier velocidad que les dicte el instinto.