El cuerpo en que nací de Guadalupe Nettel
«El dolor permanece en nuestra conciencia como una burbuja de aire cuyo interior está intacto, esperando a que se le invoque o, en el mejor de los casos, se le permita salir»
Una mujer se adentra en el consultorio de una psicoanalista y comienza a indagar en sus recuerdos aquello que vivió en la niñez y adolescencia. La memoria fluye con tanta agilidad que no tardamos en formar parte de esas imágenes.
El nacimiento de la narradora se ve obnubilado por una mancha en el ojo que le impide una correcta visión. A partir de este momento, la envuelven una serie de ejercicios, las miradas despectivas y los sobrenombres hostiles. Brota, a su vez, una pequeña coraza a su alrededor, como la que posee una cucaracha, que busca su lugar de pertenencia, que no se halla, a tal punto que el refugio se vuelve sinónimo del desamparo.
Nos hace viajar a la Ciudad de México, en los 70. Padres liberales que desean que sus hijos crezcan libres, sin tapujos y sin mentiras. Los resultados de estas buenas intenciones dejan a la narradora llena de dudas, de remordimiento y de preguntas. La casa que acuna los recuerdos se disipa, la vecina que parecía cómplice también se deshace. Los recuerdos comienzan a tornarse turbios, oscuros y algunas escenas resultan turbulentas.
El vínculo entre madre e hija intriga. La soga que las une se deshilacha y vuelve a enmendarse hasta que ya no se sabe si los hilos que la componen son de la fibra original o forman parte de telas rotas y maltratadas. Hay algo que se quiebra constantemente alrededor de la protagonista y apenas logra sostener los pedazos.
El camino continúa, con tropiezos, llegamos a París, en plena adolescencia. La búsqueda de lo que no se encuentra prevalece y es esta sensación de constante descubrimiento lo que permite que el libro nos toque hasta los huesos.
La novela autobiográfica de Nettel nos lleva hasta la intimidad de una niña (y de una mujer), hasta los secretos a los que se aferra y promete no escupir para volverse más fuerte y nos promete un intercambio donde es imposible terminar esta lectura sin sentirse transformado/a.