¿Por qué?
Dejé de preguntarme por qué me quieres, me basta con saber que lo haces.
Nunca entenderé la razón por la que me miras de esa forma, ni el por qué dejas de dormir y comienzas a hacerlo a extrañas horas.
No sé por qué nos encontramos, ni el por qué decidimos continuar juntos. Intentar encontrar una explicación es más difícil que tratar de entender que la química cuántica.
No quiero ni siquiera intentar encontrar la respuesta al por qué crees que soy hermosa, o al por qué crees que soy tan graciosa. Tu cerebro es complicado, tratar de descifrarlo me puede tomar diez vidas y eso sería sólo el comienzo.
Dejé de preguntarme por qué me quieres porque sé que ni tú lo sabes con exactitud, y está bien, no creo que sea algo agobiante, como te dije una vez, no se tienen todas las respuestas del universo. Hay cosas que sólo suceden, sin explicación alguna ¿Destino? ¿Casualidad?
No voy a preguntarte por qué me quieres nunca más, porque me basta con saber que lo haces.
Tienes la respuesta colgada en tu sonrisa, en tu mirada añil y en la forma en la que posas tus dedos sobre las cuerdas para crear la magia. La razón posa entre tus brazos, entre tus finos cabellos y en la comisura de tus párpados.
La respuesta está escondida en las palabras que lanzas con tristeza y también de las más duras. Está detrás de tu armadura y de los sentimientos más oscuros que se encuentran en tu interior y que a veces salen porque ya no hay más lugar para ellos, o porque simplemente nunca tuvieron permitido alojarse ahí.
La razón me despierta cada mañana y hace latir mi corazón. La explicación irrumpe en mis sueños más profundos, esos donde escucho tu voz aunque no estés a mi lado, o en donde percibo tu aroma indescriptible y abrigador.
No voy a preguntarte por qué me quieres, porque una parte de mí ya no es mía.